La Fundación UADE y la consultora Voices! realizaron un estudio de opinión pública a nivel nacional que buscó conocer cuál es el rol de las nuevas tecnologías en la vida de las personas. Entre los principales interrogantes, el estudio indagó hasta qué punto las nuevas tecnologías, tales como la informática, la telefonía celular o la robótica mejoran u obstaculizan la calidad de vida y cuál es su injerencia sobre el mundo laboral y educativo actual. También se relevaron las percepciones de los argentinos acerca del rol del Estado frente al avance de las nuevas tecnologías y el impacto que conlleva la utilización de dispositivos tecnológicos sobre las relaciones sociales.
El trabajo se llevó a cabo en base a una encuesta probabilística realizada en todo el país a 1000 personas de 16 años en 26 localidades, utilizando entrevistas personales como instrumento de recolección.
Casi 7 de cada 10 argentinos consideran que las nuevas tecnologías mejoran sus vidas (el 68% así lo manifestó), mientras que para otro 27% la mejora poco o nada. Existe un amplio consenso en todos los estratos socio-demográficos sobre todo entre los menores, a mayor a mayor nivel socioeconómico, y en la Ciudad de Buenos Aires.
En cuanto al rol del Estado frente al avance de las nuevas tecnologías, los argentinos son contundentes: la gran mayoría señala que el Estado debería facilitar y fomentar el acceso a las nuevas tecnologías (80%) pero dicho aumento del acceso debería llevarse a cabo bajo un marco normativo más amplio del que actualmente existe (69%).
Analizando los resultados de la encuesta, Andrés Cuesta, Secretario Académico de UADE, señaló que “existe un consenso bastante amplio sobre la importancia de las nuevas tecnologías en la generación de empleo al tiempo que una proporción importante de los argentinos (41%) supone que en el futuro la mayoría de las ocupaciones actuales serán reemplazadas por robots o dispositivos tecnológicos. En tal sentido, resulta lógico que el 80% sostenga que el Estado debería facilitar y fomentar el acceso a las nuevas tecnologías para todos los sectores sociales. En efecto, la alfabetización tecnológica, que incluye y excede a la educación formal, es una demanda social que requiere de políticas públicas sostenidas en el tiempo y con impacto real en la cotidianeidad de la ciudadanía”.
Es importante comprender que estas disrupciones tecnológicas traen consigo diferentes tipos de descentralizaciones y desplazamientos, como el caso de la Web, que comienza a verse desplazada por el mundo de las aplicaciones móviles; la computadora personal, que descentralizó el poder hacer; Internet, que descentralizó la distribución de la información; o bien las divisas criptográficas, que tienen como objetivo lograr una descentralización de la economía.
Incluso el tópico de las tecnologías disruptivas lleva a plantear una brecha entre la evolución que tuvo el tamaño del cerebro humano, en relación con la evolución tecnológica. El cerebro humano sigue siendo el mismo que en la prehistoria. Esto permite vislumbrar que en un futuro evolucionaremos desde la conciencia, la intelectualidad, y no de una forma física.
Actualmente es posible observar cómo diferentes sectores económicos se encuentran en crisis, ya que sus modelos de negocio se han tornado obsoletos, no habiendo podido adaptarse al nuevo ciclo tecnológico y social. La sociedad busca apropiarse de las nuevas tecnologías, interactuar con sus capacidades transformadoras.
Con la globalización y el actual paradigma de interacción hombre-máquina, se dio un auge en la búsqueda por la innovación en lo referido a manufactura electrónica, derivando ello en que las grandes corporaciones multinacionales se orientaran al desarrollo de tecnologías y técnicas acordes a esta sociedad de la información y del conocimiento. Esto supuso un impulso jamás visto de nuevos medios disponibles para crear y divulgar información mediante tecnologías digitales, que se adaptan tanto a los nuevos hábitos socio-culturales como a las expectativas de los usuarios.
En los países más exitosos en cuanto al desarrollo de economías del conocimiento -tal es el caso de Finlandia, por ejemplo- existe un importante compromiso con la educación para la producción de fuerza de trabajo y empresarios capaces de utilizar y crear conocimiento. Dichos países también presentan ambientes institucionales y económicos que favorecen la creación de conocimiento. También, presentan sistemas que se caracterizan por la accesibilidad a tecnologías de comunicación e información, lo cual agiliza el intercambio.
Otro elemento a tener en cuenta a la hora de observar empíricamente los países que presentan economías del conocimiento, es la existencia de ambientes competitivos, que estimulan los procesos productivos y de innovación. La educación se constituye así como una piedra angular para las economías del conocimiento, influyendo tanto en la oferta como en la demanda de procesos de innovación, debido a que quien estará en una posición más favorable para adoptar, transformar y crear tecnología, será una fuerza empresarial y laboral bien capacitada.
En el ejemplo de este tipo de economías del conocimiento, existen políticas de desarrollo de la tecnología, por encima de políticas macroeconómicas de subsidios a las industrias. Se tiene en cuenta una política macroeconómica que interviene para proyectar la producción del conocimiento. Es así que se desarrollan programas de tecno-ciencia recortados por etapas para el cumplimiento de los objetivos. Y es allí donde se visualiza la compleja y enriquecedora interacción de empresas, gobiernos, universidades y centros de investigación.
En dicha interacción está la clave del triunfo de las políticas mencionadas. El compromiso de los diferentes sectores se vuelve una condición medular para las economías basadas en el conocimiento. Se generan mecanismos de cohesión y cultura, basados en la confianza en el país y en los individuos, de manera tal que muchos se sienten parte del desarrollo económico y ven la necesidad de la educación como algo fundamental para el progreso social e individual.
Partes no despreciables de los PBI de estas economías basadas en el conocimiento se destina al desarrollo y la investigación. Así, en una política definida, la voluntad de propiciar la expansión del capital humano cumple sus objetivos llegando a producir innovaciones y crecimiento tecnológico. Se trata de hacer buen uso de las tecnologías, más que de la producción de las mismas; lo determinante en última instancia para el desarrollo económico es el correcto manejo de las innovaciones, que a la vez son un producto de procesos complejos de creación de conocimiento; tal es el caso del uso de Internet, por ejemplo.
A medida que las nuevas tecnologías comienzan a comercializarse y a cobrar reconocimiento, podrían tener un impacto y una transformación tan grande en la vida cotidiana, como el generado sobre los seres humanos por las computadoras personales o los nuevos dispositivos de comunicación.
La mayoría de los argentinos coincide en que las nuevas tecnologías mejoran la vida de las personas. Son útiles para mejorar la educación y generar empleo. Nos acercan a personas que están lejos ayudando a generar y mantener amistades pero son nexos menos profundos. Se espera que se facilite y fomente el acceso a ellas.